En la madrugada del 15 de abril de 1912, el transatlántico más lujoso y enorme de su época se hundía en el Atlántico Norte durante su viaje inaugural. Mil quinientas personas perecieron en el mar, mientras que otras setecientas se resignaban a esperar la llegada del Carpathia, el buque más cercano en responder a la señal de rescate. Había dos mil doscientas personas a bordo entre pasaje y tripulación; la velocidad a la que el transatlántico se hundió en el océano junto con la cantidad insuficiente de botes provocaron una auténtica matanza. Solo dos horas y cuarenta y cinco minutos después de la colisión, el Titanic yacía en el fondo del Atlántico.
El motivo fue una enorme brecha que se abrió en el lado de babor (en aquel entonces, el lado derecho) tras el impacto de un iceberg a las 23:40 del 14 de abril. Era la noche del cuarto día de travesía, y el buque viajaba a máxima velocidad, con todas sus calderas encendidas. La quietud de la noche y la ausencia de olas que rompieran en la base de posibles icebergs provocaron que los vigías, que no tenían binoculares, no pudieran percibir a tiempo el gran bloque de hielo que se cernía sobre ellos.
Una vez avistado el iceberg, se dio la orden de girar a estribor (hacia la izquierda) pero la maniobra no fue suficiente para esquivar el impacto, abriendo una brecha que afectó a cinco compartimentos. Acto seguido, se ordenó detener las máquinas, mientras el agua comenzaba a inundar los sótanos del barco. A las 0:05 del día 15, los botes salvavidas comenzaron a organizarse. Por desgracia, los 20 botes disponibles solo tenían capacidad para el 32 % de los pasajeros; la mayoría de los que ingresaron en los botes fueron mujeres y niños de primera clase (los más ricos), quienes tenían orden de embarcar primero, provocando terroríficas separaciones familiares. Especialmente al incio del desalojo, los botes no se marchaban llenos. Los testigos recordarían después que la creencia de los pasajeros y la tripulación era que el buque permanecería a flote. No obstante, la famosa historia de la orquesta, la Wallace Hartley Band, que tocó hasta el final, no es exactamente cierta, al menos, que sepamos. Es verdad que la banda salió a cubierta para amenizar el desalojo en los botes, pero a partir de las 0:40 no hay testimonios que acrediten que el grupo se mantuviera tocando después de esa hora.
Pero, antes de hundirse en el frío Atlántico Norte, el Titanic se partió en dos, atormentando a los pasajeros que se encontraban a bordo. Muchos murieron por un impacto al tirarse por la borda, o por los golpes producidos por el destrozo del barco. Otros muchos morirían ahogados o congelados en el mar. Tras la rotura del buque, la proa del barco (la parte delantera) se precipitó hacia el fondo a gran velocidad hasta posarse en una llanura submarina. La popa se quedó flotando unos minutos en el agua verticalmente, aún con muchas personas encaramadas a ella, hasta que sufrió el mismo destino. Décadas después, en 1985, se produciría la localización histórica de los restos del Titanic, descansando a cuatro mil metros de profundidad y a unos ochocientos kilómetros de la costa de Canadá.
Tras el hundimiento, en la madrugada del 15 de abril, cientos de personas luchaban por sobrevivir en mitad del mar. Unos pocos botes organizaron un rescate para volver a la zona del hundimiento y recuperar a algunas víctimas. Una de las heroínas más recordadas de esta tragedia fue Molly Brown, apodada ‘la insumergible’, quien condujo su bote salvavidas, solo ocupado por mujeres, para rescatar a algunos pasajeros varados en medio del océano. El verdadero rescate llegaría a borde del Carpathia, a las 3:30 de la madrugada, casi cuatro horas después del impacto.
El hundimiento del Titanic tuvo un profundo impacto en la sociedad. El 16 de abril, una vez se dio a conocer la noticia, las portadas de los principales diarios del mundo abrían con el accidente marítimo. Gracias al relato de los supervivientes, pudo recopilarse mucha información sobre aquella noche. Los conspiranoicos, por otra parte, también alimentaron muchas leyendas urbanas. El descubrimiento de los restos más de setenta años después aportó muchos más datos acerca de este lujoso transatlántico, y todo ello terminó por convertirlo en el barco más famoso de la historia.
En 1997, James Cameron, muy interesando en la investigación de los restos del transatlántico, estrenó la Titanic, la película, una de las más premiadas de la historia. Recibió 14 nominaciones y 11 Premios Óscar, entre ellos, mejor película.
Fuente: Muy Interesante