Un tablero con letras y números, noche cerrada dentro de una casa, alumbrados por unas cuantas velas. Alrededor del mismo un grupo de personas (generalmente jóvenes desaprensivos) que, con su dedo índice, sujetan en el centro de ese tablero un vaso pequeño puesto boca abajo. Comienzan a moverlo haciendo círculos con precaución de que no se salga de sus límites para, en un momento dado e indicado por quien lleva el peso de la sesión, colocarlo en el centro y preguntar “¿Hay alguien aquí que quiera comunicarse con nosotros?”
¿Argumento de película de terror? Podríamos decir que sí, ya que éste argumento se ha usado y se usa hasta la saciedad en films que pretenden llevar al espectador hasta el lado más oscuro y aterrador sobre el contacto con el “más allá”. Pero, ¿qué ocurre durante una sesión de Oui-Ja? Seamos sensatos, y tiremos un poco de historia para saber diferenciar la realidad de los títulos más taquilleros.
¿Realmente la Oui-Ja hace que entren espíritus malignos? Bueno, primero tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y saber que éste método de transcomunicación fue uno de los más famosos entre los círculos espiritistas de hace un par de siglos, cuando había un deseo imperante, no de saber si existía algo más allá de la simple existencia terrenal del sujeto porque eso se daba por hecho, sino de conocer cómo es ese “otro lado”, y qué leyes le rigen. Y durante muchas décadas esta tabla acompañó esas sesiones a las que acudían no jóvenes desaprensivos de la época, sino adultos con ciertos conocimientos y clase social, alrededor de una persona que llevaba el control de esa posible comunicación. Y los fenómenos relatados por hombres doctos de esas épocas aseguran que en esas sesiones ocurrieron cosas maravillosas, que escapaban a lo conocido hasta ese momento, llevando a conclusiones casi seguras sobre la existencia de algo vivo, aunque invisible. Las comunicaciones bullían en casi todas esas sesiones… pero no se decía nada sobre espíritus malignos, ni la manifestación del mismísimo Belcebú en carne y hueso para martirizar a quienes estaban en dicha sesión. Ni siquiera muertes raras o suicidios posteriores. Claro, si no las sesiones posteriores de espiritismo no se hubieran podido celebrar por “falta de asistentes”. En fin…
Entonces, seguro que el Diablo no despertó en esa época… pero ahora si. Ahora si se abren puertas a no sé qué esfera demoníaca, o no se cuántos niveles inferiores de la evolución espiritual, o a inframundos insondables para la condición humana. Pero vamos a ver, ¿nos creemos en posesión de la “verdad” en cuanto a la religión? Si, han leído bien. Si nuestra religión y los personajes que aparecen en ella fueran los verdaderos, seguro que no tendríamos conocimientos sobre religiones en milenios anteriores a cristianismo, de las que no se hablaba absolutamente nada sobre lo que ahora mismo son creencias arraigadas, las cuales crean supersticiones de lo más variopintas. Yo creo que no, porque incluso la imagen del propio Diablo, según la doctrina cristiana, adolece de ciertas contradiciones.
¿No? ¿No es usted religiosa/o? ¿Cree en la evolución espiritual y conoce todos los entresijos del espíritu y sus pasos hacia su evolución? Bueno, lo hace desde una mente física en un cuerpo físico, lo cual creo que no es compatible con el conocimiento de algo o alguien que no es físico, y mucho menos sabemos si tiene mente o no. Como mucho creo que lo expresado será “relativo” a nuestro mundo. O sea: explicamos la existencia de una parte espiritual con respecto a los patrones de conocimiento que tenemos de esta dimensión física, lo cual, tampoco es que pueda ser cierto del todo.
Entonces, con todo lo expuesto, ¿pueden llegar a ocurrir acontecimientos negativos durante una sesión de Oui-Ja? Claro, igual que suceden acontecimientos negativos si se conduce de forma imprudente, o si usamos un arma de fuego con la misma inconsciencia. Pero “nuestra inconsciencia”, no la de ningún alma descarriada y de niveles inferiores de evolución. Eso, con el corazón en la mano, sólo podemos elevarlo a la categoría de creencia, pero no de realidad.
Quiero decir que se pueden padecer efectos negativos por el miedo, e incluso, pueden generarse una serie de fenómenos extraños por la proyección energética (desde nuestra mente profunda) de una gran cantidad de energía que, sin control, puede desembocar en hechos poco o nada recomendables sin que tengamos que culpar de ello al “Señor Diablo”. ¿Hay pruebas de ello? Pues si.
En 1972 el Doctor Owen junto a un grupo de científicos empezaron un experimento relacionado con el espiritismo. En distintas reuniones posteriores, iban a crear mentalmente un personaje y dotarlo de “vida” en el recuerdo. Para ello, discutieron sobre su historia, pasado, razones de su fallecimiento… nada quedó al azar. Mientras, tras cada una de esas reuniones para exponer la vida de Philip (es el nombre que buscaron), realizaban algunas sesiones de contactismo espiritual para tratar de ver si éste personaje creado se comunicaba. Cuál sería la sorpresa que, tras unas cuantas sesiones, empezaron a tener esas respuestas de un tal “Philip”, y lo más curioso es que, en el transcurso de varias sesiones posteriores, respondía con total soltura a preguntas de los presentes sobre su vida y detalles que, previamente, entre todos/as se habían inventado. ¿Terminó todo ahí? No, también se registraron fenómenos parapsicológicos durante algunas de esas sesiones, sobre todo cuando se obligaba a dicho espíritu una muestra de su presencia. Crearon un fantasma.
¿Y Philips les dijo que les iba a matar? ¿Que moriría algún asistente antes del amanecer? No, sólo respondió a lo que ellos mismos habían creado en sus mentes: ficción pura y dura, aunque somatizada y representada en fenómenos que escapaba de su entendimiento, a priori.
Por lo tanto, si. Pueden ocurrir fenómenos extraños durante estas sesiones, los cuales, tenemos que catalogar como respuestas a un experimento del cual extraer aún más cuestiones que resolver. No debemos mirar el mensaje, sino el hecho manifestado para que ese extraño mensaje haya podido llegar hasta los asistentes a esa reunión. Tampoco pensar que hemos contactado con alguna forma de vida espiritual, porque pueden ser manifestaciones de nuestro subconsciente, e incluso de la suma de las potencialidades subconscientes de todos/as los asistentes a dicha reunión. Por supuesto que ésto no significa que niños deban usar la tabla como si fuera el parchís. Pero los adultos podríamos resolver muchas dudas sobre nuestra propia existencia si miráramos de otra forma ciertos métodos que pueden servir para llevar a un grado más de conocimiento la razón propia de nuestro ser. Dejemos ya de una vez de demonizar a la Oui-Ja.