La excavación descubre un baluarte de 25 metros de ancho y muros de 3 metros de altura de la antigua Iliturgi
La arqueología no necesita retorcer la teoría de la relatividad para ejercer de facto de máquina del tiempo. Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén ha sacado a flote los restos de Iliturgi, la ciudad ibera que hace 23 siglos sitió Escipión el Africano para dar un escarmiento a su población por su apoyo a Aníbal durante la segunda guerra púnica. El hallazgo ha sido posible por la adquisición del terreno por parte del Ayuntamiento de la población jiennense de Mengíbar, que pretende convertir la historia de una lid en reclamo turístico.
En el año 206 antes de Cristo la ciudad de Iliturgi, cuya población rondaba los 3.000 habitantes, fue asediada por Escipión el Africano, general romano que escondía una razón personal para pasar a cuchillo a la población. El militar quiso ajustar cuentas con Iliturgi por la muerte de su padre, al que la ciudad negó su ayuda cuando batallaba contra Cartago. El asedio del militar tenía también una intención estratégica: advertir a Cástulo, el principal enclave ibero del Alto Guadalquivir, de que Roma no pagaba a traidores.
De la existencia de la ciudad da pruebas la muralla descubierta en el cerro de La Muela por el Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. En las primeras excavaciones ha descubierto el frente de un bastión de 25 metros de ancho de base que en determinados puntos conserva muros de 3 metros de altura. En otros han sido derribados, no tanto por la acción del tiempo como, previsiblemente, por el propio ejército romano, que asoló concienzudamente la ciudad por orden de Escipión.
Una muralla a diez centímetros
Lo cuenta el historiador Tito Livio: la población entera, incluidos niños y mujeres, fue asesinada tras la toma de la ciudad, que fue incendiada y arrasada. El asedio militar causó la desaparición de Iliturgi, pero los restos propiciarán el resurgir simbólico de la ciudad 2.226 años después de la mano del Instituto de Arqueología Ibérica, que por primera vez trabaja sin cortapisas en la zona, lo que se ha traducido en un rápido hallazgo: la muralla ha surgido en las catas de 10 centímetros de profundidad llevadas a cabo por arqueólogos y operarios.
El propósito del Instituto de Arqueología Ibérica es horadar las 15 hectáreas adquiridas, dado que Iliturgi tenía casi 1,8 kilómetros de perímetro fortificado. Los emergentes restos de la muralla atestiguan su existencia en el enclave del cerro de La Muela, donde el hallazgo de armas romanas, entre ellas las pilas catapultarias (puntas de hierro lanzada por escorpios) acreditan la veracidad del asedio, apuntalado documentalmente por historiadores que narraron la crudeza de una lid en la que la estrategia superó al coraje.
«Los soldados iberos eran extremadamente valientes, pero militarmente estaban desorganizados, mientras Roma fundaba la potencia de su ejército en la táctica», explica el director del proyecto, Juan Pedro Bellón, quien aplaude el apoyo del Ayuntamiento de Mengíbar a las excavaciones porque a la vez que enriquecerán el relato histórico de la provincia propiciarán que el municipio rentabilice un episodio acaecido en su actual término durante la convulsa época de las guerras púnicas.
Un proyecto turístico
La apuesta del Ayuntamiento de Mengíbar por la historia no se circunscribe al cerro de La Muela. Ha adquirido también el terreno en el que ha sido descubierto el arco de Augusto, edificado en el año 2 antes de Cristo y que ejercía de frontera entre la Tarraconensis y la Bética. El monumento dista 4 kilómetros en línea recta de Iliturgi. En menos de una legua se condensa los 200 años de dominación romana en Hispania que enlazan la etapa de conquista con la pax augusta, época de florecimiento de las infraestructuras.
El objetivo del Consistorio es construir una vía verde para enlazar el camino de Aníbal, que atraviesa Iliturgi, con la vía Augusta. Y contar en ellos con sendos centros de interpretaciones que expliquen a los visitantes la relevancia de ambos enclaves, situados en lugares próximos a la autovía de Andalucía, lo que presumiblemente repercutirá en el turismo cultural, atraído por los vestigios de la historia en los dos itinerarios más importantes de la Hispania romana.
Fuente: ABC