Cuatro especialistas que asesoran a la Junta durante la crisis llaman a la población a no confiarse y auguran un otoño-invierno largo y complicado
El coronavirus ha trastocado por completo nuestra manera de desplazarnos, de comprar, de relacionarnos, de trabajar, de saludarnos. En definitiva, de vivir. El improvisado manual de instrucciones que todos los países han tenido que escribir a marchas aceleradas para aplanar la famosa curva de contagios y muertes indica que lo peor ha pasado. Pero si en algo coinciden los expertos es en que la crisis que ha tensado como nunca antes las costuras del sistema sanitario tiene vuelta atrás, también en Andalucía, donde el zarpazo resultó menos letal. De nosotros depende.
ABC reúne a cuatro miembros del «comité de sabios» que asesora al Gobierno andaluz durante la pandemia: dos epidemiólogos de Salud Pública, una doctora de Medicina Preventiva y
un catedrático de Veterinaria que lleva años investigando las enfermedades infecciosas. A diferencia del equipo de técnicos que elaboró los informes de la desescalada para el Ministerio de Sanidad, en Andalucía sus nombres sí son públicos.
Sea cual sea su disciplina, todos insisten en que no se baje la guardia. La convivencia con el virus será larga. Y las armas para ponerlo a raya más efectivas son conocidas: mascarilla, higiene de manos y distancia física. Los expertos identifican dos momentos delicados en la evolución del patógeno: la vuelta a las aulas a partir de septiembre y la coexistencia del Covid-19 con la gripe, que supondrá otra prueba de esfuerzo para la sanidad este invierno.
Mascarilla obligatoria
El uso masivo de mascarillas combinado con otras prevenciones se ha demostrado como el cortafuegos más eficaz para evitar segundas o terceras oleadas de la pandemia. El propio presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, apuesta por declarar obligatoria su utilización en la comunidad, donde hay 16 brotes activos. Miembros del comité técnico, que mañana adoptará una decisión al respecto, lo verían con buenos ojos, particularmente en las zonas que concentran más contagios.
«Si aparecen más focos, debemos tomar medidas más estrictas», reflexiona la doctora Inmaculada Salcedo acerca del uso obligatorio de la mascarilla. Dependerá, a la postre, de la evolución de la epidemia, que es «muy cambiante», porque «hay gente, no toda, que no se está comportando», apunta esta médica, que ha sido la cara y la voz del grupo creado por la Junta para coordinar la gestión de la emergencia sanitaria. «La mascarilla puede servir no sólo para el Covid sino para la gripe. Es una oportunidad para mantener nuestra salud», sostiene el epidemiólogo Nicola Lorusso.«Es muy probable otra oleada en otoño; el frío predispone a las mucosas respiratorias a mayores infecciones», opina Antonio Arenas
Antonio Arenas, catedrático de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, también ve «correcto» imponer el uso de la mascarilla porque «sabemos que la principal vía de contagio son personas asintomáticas, los llamados infectados silentes, y, sin confinamiento, ésta es la única manera de evitarlo».
¿Otro confinamiento?
Cuando aflora un brote, el protocolo sanitario establece el rastreo de los contactos para no dejar grietas por las que se cuele el virus, someter a todos a una prueba diagnóstica PCR y aislarlos durante dos semanas.
Mientras se espera una vacuna que aporte certidumbre sobre la cura, los especialistas trabajan sobre distintos escenarios, incluido el de otro confinamiento que nadie desea. «Si somos capaces de seguir las medidas preventivas, como la mascarilla y la higiene de manos, que son nuestro vehículo de transmisión de gérmenes, no habrá segunda ola, pero si empezamos a relajarnos, volveríamos a un confinamiento que sería un desastre económico, sanitario y social», avisa Inmaculada Salcedo. «Tenemos que concienciar mucho a las personas, porque la inmunidad está bajando y quienes han pasado la enfermedad se van a quedar desprotegidos. Podemos volver todos a la casilla de salida», insiste esta especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Reina Sofía de Córdoba.
Las condiciones climatológicas también influyen. «Es muy probable que se produzca una oleada en otoño, porque el frío predispone a las mucosas respiratorias a mayores infecciones», opina Arenas.
Hay dos supuestos que obligarían a un nuevo aislamiento ya sea de edificios, barrios o municipios enteros, explica Eduardo Briones, director de la Unidad de Salud Pública en Sevilla. «Cuando las personas se niegan a encerrarse, hay que activar un dispositivo policial, para lo que existen comités locales de crisis donde participan los ayuntamientos y las Fuerzas de Seguridad, que pueden acordonar la zona». El segundo caso sería cuando «se pierde el hilo de la cadena de transmisión» y el virus campa sin control.
App de rastreo
Los sistemas de vigilancia ya se aplican en enfermedades como la tuberculosis o la meningitis, en humanos, o en la lengua azul y la peste porcina africana, en animales. De forma experimental, el Gobierno ha probado en la isla canaria de La Gomera una aplicación de rastreo de contagios. Los expertos ven impedimentos para extenderla a Andalucía. «La idea de la app está sobre la mesa, pero funciona con bluetooth, obliga a llevarlo activado en el móvil y genera problemas de protección de datos. Sí podría ser útil en entornos acotados como un pueblo pequeño», expone Briones.
A la espera de la vacuna
La inmunización de la población mediante vacuna no tiene visos de producirse antes de 2021, por lo que las actividades que supongan aglomeraciones de personas (partidos de fútbol o conciertos concurridos) entrañan un riesgo de rebrote muy elevado y deben estar desterradas por ahora. «Si no se logran fijar circuitos para garantizar la protección de las personas es muy complicado que se puedan retomar», opina el mencionado epidemiólogo del Distrito Sanitario de Atención Primaria de Sevilla.Ningún experto se aventura a dar una fecha, pero es seguro que el otoño llegará antes que la vacuna
Sólo el 3% de los andaluces ha pasado el Covid-19. La ansiada inmunidad de rebaño (un 60% de la población con anticuerpos) llegará con la vacuna o no llegará. Arenas confía en que «se consiga cuanto antes» una vacuna lo suficientemente efectiva. No va a ser una misión fácil. Se han probado vacunas para otros coronavirus, como el SARS y el MERS, pero «han dado muchos problemas porque el organismo creaba anticuerpos neutralizantes y se agravaban los síntomas respiratorios», recuerda. Ningún experto se aventura a dar una fecha, pero el otoño llegará antes que la vacuna. «Desde que tengamos vacunas disponibles hasta que lleguemos a ponerlas masivamente queda un trecho», augura Briones.
Confusión con la gripe
Una segunda ola de contagios con la llegada del otoño es un escenario posible, según los especialistas. Un factor que genera inquietud es la epidemia estacional de la gripe, que también ataca a las vías respiratorias, como la neumonía del Covid-19, y puede confundir en el diagnóstico. De ahí que haya que mantener bajo la vigilancia más estricta a los asilos, uno de los focos más críticos de la pandemia por la vulnerabilidad de sus residentes.
«Este otoño nos enfrentamos a una epidemia de la gripe que se sumará a la capacidad de circulación del coronavirus y puede provocar más presión en el sistema sanitario. Al tener un diagnóstico parecido al del Covid-19, va a ser un factor de confusión», asegura Nicola Lorusso, asesor técnico de la Dirección General de Salud Pública. Para amortiguar esa presión, la Junta obligará a vacunarse de la gripe a todos los mayores de 65 años y la población considerada de riesgo, como los sanitarios.
Vuelta a las aulas
El regreso de las clases presenciales representa otro desafío. Hasta ahora no ha sido «uno de los puntos calientes de la pandemia, pero son espacios cerrados y hay que mantener la prevención», afirma Lorusso. Pero, ¿qué pasará cuando vuelvan a llenarse los pupitres? Si el virus entra en el colegio o la guardería, puede saltar rápidamente a la familia y propiciar su expansión. «Debemos hacer mucha educación sanitaria», aconseja Salcedo.«No soy partidaria de un pasaporte inmunológico. Estigmatiza a la gente y aporta una falsa seguridad», señala Inmaculada Salcedo
La vuelta a las aulas preocupa «enormemente» a Antonio Arenas. «Comporta un riesgo excesivo que no debemos menospreciar». «En el momento en que falle el mecanismo de bioseguridad puede haber un rebrote», avisa. «En invierno va a ser complicado encerrar en una clase a un número amplio de alumnos con calefacción, esto puede ser un problema».
Si no cambian las condiciones epidemiológicas, es partidario de combinar las clases teóricas por videoconferencia y las prácticas presenciales. «Tendremos que acostumbrarnos a convivir con el virus; es posible que el próximo año se convierta en un virus respiratorio más. Esto es un anhelo, más que una previsión», aclara.Entre tanto, toca ser precavidos. No queda otra.
Fuente: ABC