Puede decirse que nunca desapareció, pero también que durante un tiempo fue relativamente difícil encontrar hachís en Sevilla. La presión que las Fuerzas de Seguridad, en especial la Guardia Civil, ejerció durante casi dos años sobre las mafias del Campo de Gibraltar llevó a los responsables de los principales clanes a buscar fórmulas alternativas para introducir la droga. Se buscaron alianzas con bandas locales y eso hizo que empezaran a encontrarse narcolanchas en lugares que distaban bastantes kilómetros del río, como Salteras o Pilas.
El Guadalquivir, que llevaba años siendo una puerta de entrada del costo en España, pasó a estar muy vigilado y rara era la semana en la que no se aprehendíoa una narcolancha cargada de fardos y se detenía a sus ocupantes. La presión se amplió no sólo a los traficantes, sino también a las infraestructuras del narco. Como el polígono industrial y ganadero de Isla Mayor, llamado el Príncipe de Gales, a cuya espalda alijaban las embarcaciones cargadas de hachís procedentes del norte de África. La creación de un grupo especial de la Guardia Civil fue clave para fortalecer la lucha contra el narcotráfico, que se había hecho fuerte en algunas zonas de Andalucía.
La nueva unidad, CCON-Sur, funciona como un auténtico cerebro contra el tráfico de drogas. Lo primero que hizo fue limpiar el cuerpo y cayeron algunos agentes corruptos. Después se desmantelaron una y otra vez los principales clanes. El resultado fue que en menos de un año se superaron los mil detenidos. Cayeron algunos de los más buscados de Sevilla, como Ginés o los Lanas. O algunos delincuentes considerados muy peligrosos que se habían empezado a relacionar con el tráfico de drogas, como el Ivi. Se acabó con las principales organizaciones de Andalucía y se realizaron operaciones espectaculares en las que participaron cientos de agentes de distintos grupos.
Pero el estado de alarma ha supuesto un cierto parón en la actividad policial contra las mafias. Se sigue el trabajo y las investigaciones en marcha, pero obviamente no se están realizando grandes operaciones como hasta ahora. Los clanes lo saben e intentan aprovechar el momento, creyendo que la vigilancia puede ser menor debido a que la mayoría de los guardias civiles y policías están centrados en garantizar que se cumplan las restricciones de salida impuestas por el Gobierno para luchar contra el coronavirus.
Varias operaciones contra el tráfico de hachís desarrolladas durante el estado de alarma dan una idea de que los narcos han tratado de retomar la actividad de manera frenética. Y que van a aprovechar hasta el último minuto de la cuarentena para introducir toda la mercancía que puedan. En las primeras semanas del confinamiento, la Guardia Civil intervino dos narcolanchas, una de ellas en Lebrija y la otra en un astillero clandestino en Aznalcázar. En esos primeros días, la Policía Local de Coria del Río interceptó una embarcación a la deriva por el Guadalquivir, sin nadie a bordo pero cargada de bidones de gasolina. La actividad en el río ha seguido.
Justo unos días antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma, la Guardia Civil desarrolló la última macrooperación contra el tráfico internacional de hachís, con varios detenidos en Lebrija y Trebujena. En un chalé de este municipio, los agentes del instituto armado sorprendieron a los cuatro tripulantes de una embarcación cuando preparaban un viaje a Marruecos.
El 16 de marzo, ya una vez iniciado el confinamiento, la Policía detuvo a los líderes de un clan de Sevilla después de que su organización intentara dos alijos fallidos en Punta Umbría (Huelva). El Sábado Santo, un dron de la Policía Nacional sirvió para detectar una lancha semirrígida que se dirigía río abajo hacia la desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda. Al percatarse de la presencia policial, los dos tripulantes se lanzaron al agua y trataron de huir, aunque finalmente fueron detenidos. La Policía cree que buscaban salir a mar abierto para dirigirse a las costas de Marruecos y preparar un cargamento.
Y también en Sevilla capital ha habido intervenciones, como la detención del Rule, un correo del narco, cuando viajaba en un Cabify en las inmediaciones de Santa Justa. Llevaba consigo tres kilos y medio de hachís en una mochila. Echó a correr cuando vio un control policial. Los fardos llevaban una pegatina con el helicóptero de la Guardia Civil y el lema Tormento 20. Un nombre que valdría también para una de las muchas operaciones antidroga que tendrán que venir en la era posterior a la cuarentena.
Los señores del costo en Sevilla
En Sevilla son varias las organizaciones familiares que se dedican al tráfico de hachís a gran escala. Una de las principales era la dirigida por Ginés, que fue detenido por la Guardia Civil a mediados del año pasado en su casa de una urbanización de Coria del Río.
En el Aljarafe reinan los Lanas, a los que se les sigue considerando los principales responsables de casi toda la droga que entra por el río hasta la provincia de Sevilla. Una investigación de la Guardia Civil puso de manifiesto su alianza con el Messi del hachís, el mayor narcotraficante de Algeciras.
En la capital andaluza hay varios clanes especializados en esta droga, teniendo en cuenta que no es la que más dinero da pero sí una de las más demandadas, aunque en los últimos años ha cedido terreno ante el avance de la marihuana. En las Tres Mil Viviendas, el más conocido es el del Petaca, mientras que en Los Pajaritos el Ventana y el Cateto son los más fuertes en el tráfico de esta sustancia.
En el Polígono Norte es muy conocido el Kisko, mientras que en el de San Pablo mandan los Gemelos. En el Cerro del Águila, el Caballero es el más importante. En Palmete suenan mucho los Bere. Todas estas organizaciones se dedican al mediano tráfico y se surten de las principales bandas, como las de Ginés y los Lanas. Los vínculos con las mafias del Campo de Gibraltar son estrechos también.
Vía: Diario de Sevilla