Plena actividad en la Vega y la Marisma para abastecer de cítricos y arroz. El cierre de los restaurantes, por contra, deprime a los ganaderos de la Sierra Norte.
Fue la imagen más repetida en febrero: cientos de tractores recorrían las principales carreteras de acceso a Sevilla para protestar por el olvido político y social de los hombres y las mujeres del campo. En plena oleada de movilizaciones la situación cambió radicalmente. Antes incluso de la declaración del estado de alarma —el 14 de marzo— los españoles comenzaron a acudir en masa a los supermercados para proveerse de alimentos básicos ante la incertidumbre de una larga etapa de confinamiento. Y tras cada carrito de la compra ha seguido funcionando esa gran cadena cuyo primer eslabón radica en la tierra en la que ahora trabajan a destajo los mismos agricultores y ganaderos que salieron a la calle hace aún muy pocas semanas.
«Las furgonetas que habitualmente transportan a cuadrillas de nueve personas ahora vienen y van con tres trabajadores, en un goteo permanente, para que nada se pare y en la mesa no falten nuestros cítricos», afirma María Morales, presidenta de la sociedad agrícola Citrus Nostrum. En la finca Piedras Gordas, en Villaverde del Río, hay una doble tensión. «Es primavera y el campo está a pleno rendimiento, la demanda es brutal y es el momento de tratar los árboles frente a plagas como el pulgón, pero también es crucial guardar las medidas de seguridad y la distancia debida entre los trabajadores». La mano de obra no abunda y el transporte es complicado, ya que «los camioneros que hacen largas distancias no encuentran donde parar a almorzar o descansar». Sin embargo, Sevilla es la primera provincia productora de cítricos de España y todo el sector está ingeniándoselas para que no haya tensiones en el mercado.
¿Europa podría abastecerse ahora de naranjas y mandarinas si no tuviera producción propia? «Al igual que con las mascarillas o los respiradores, perderíamos nuestra soberanía sobre productos básicos para la alimentación de las familias», señala.
Actividad en la Marisma
Si en la Vega del Guadalquivir la actividad es frenética, aguas abajo, en los pueblos de la Marisma, tampoco hay tiempo para el descanso. Aquí los «héroes» tienen que llenar de arroz las despensas de Europa. «Las principales cooperativas —como Arrozua, Arroceros del Bajo Guadalquivir y la de La Puebla del Río— mantienen una labor incesante, es para quitarse el sombrero», afirma Eduardo Vera, director de la Federación de Arroceros. En Sevilla están las 37.000 hectáreas de arroz más productivas del mundo, que aportan un 40% de la cosecha española (el resto lo suman Extremadura, Cataluña y Valencia).
Para Vera ha llegado el momento de recordar que los cultivos nacionales hay que protegerlos frente a la competencia desleal de terceros países. Durante años la UE ha permitido la entrada masiva de arroz de países como Camboya y Myanmar, con unos requerimientos ambientales menos exigentes. «Nuestros cultivos y nuestros agricultores aplican los métodos de producción más sostenibles para el paisaje y para la salud, ahora ha quedado más claro que debemos cuidarlos».
Aunque el ritmo es frenético, no se debe a que haya realmente más consumo real, sino a que «existe una inquietud en la sociedad por garantizar las reservas de un alimento que es vital y estratégico para cualquier país; así que ahora la gran ilusión de los agricultores es que llueva un poco más para plantar en esta campaña el 100% de la superficie y cumplir las expectativas de los consumidores». Esta creciente necesidad de llenar la despensa con productos esenciales también provocó al inicio del Estado de Alerta un repunte en el precio del trigo duro (cultivo muy tradicional en Sevilla que se utiliza para elaborar pasta) y de las ventas de aceite de oliva.
Depresión en la Sierra Norte
Aunque la industria alimentaria sigue sorteando todas las dificultades para continuar funcionando, el cierre de bares, restaurantes, hoteles y catering ha creado una enorme asimetría en la cadena, ya que los productos que dependían de este canal se han hundido. El contrapunto a la intensa actividad de la Vega del Guadalquivir y la Marisma está en las dehesas de la Sierra Norte. «Hay cientos de explotaciones de corderos y chivos para las que ha desaparecido el mercado», afirma David Aparicio, director de ganadería de Corsevilla, cooperativa ovina de El Pedroso. «No hay operaciones de compra y venta, la exportación también se ha derrumbado, y allí donde aún queda demanda, como los países árabes, la competencia es feroz». Si a partir de mayo no abren los restaurantes «la situación será insostenible».
La cooperativa está intentando llegar directamente a la casa del consumidor. Ángel de Tena, director del área de alimentación de Corsevilla, recuerda que han puesto en marcha una iniciativa para llevar a domicilio sus productos «listos para el horno». La misma situación del cordero la atraviesan los productos ganaderos más valiosos, como el ibérico o los cortes selectos del vacuno.La carnes más básicas, como el pollo y el porcino, están disparando su demanda y su cotización.
«La situación actual ha puesto de relieve el valor de la agricultura, no solo para mantener vivo el entorno rural, sino para garantizar la estabilidad del país en tiempos de emergencia», asegura Ricardo Serra, presidente de Asaja-Sevilla. Aquellos segmentos que están pasando dificultades, como el cárnico, requieren del apoyo del Gobierno y también de un respaldo decidido de la gran distribución, que «tienen ahora una gran ocasión para promocionar estos productos en sus lineales». Este mismo apoyo debe extenderse a cultivos cuya demanda se ha resentido, como los frutos rojos (afectados también por la carencia de mano de obra).
Tras la relevancia que ha adquirido la agricultura, Serra no descarta que haya un replanteamiento en los esquemas de la Política Agraria Común. «Es triste que sea por una desgracia así, pero hemos recordado que la agricultura debe, ante todo, garantizar el suministro a la población y en torno a ese objetivo se debe reforzar nuestro sector y la propia UE». Mientras tanto, recuerda que los hombres y las mujeres del campo siempre estarán disponibles para arrimar el hombro. «Lo hemos demostrado: los agricultores han ido a sus Ayuntamientos, con sus tractores, para desinfectar sus pueblos y ayudar a sus vecinos», concluye.
Via: ABC
