La artista ofreció un concierto arrollador en el Icónica Sevilla Fest ante más de 3000 personas
Después del concierto que Rosario Flores ofreció anoche en el Icónica Sevilla Fest, el festival boutique del que ABC de Sevilla es medio oficial, uno entiende a la perfección por qué en la entrevista previa a la cita en la Plaza de España la propia artista me comentó con sinceridad y voz taciturna que había llevado «realmente mal» el hecho de no haber cantado en directo durante dos años (por la pandemia).
Es lógico pensar que un artista eche de menos dar conciertos, la conexión con el público y, por qué no decirlo, el dinero de una gira, principal fuente de ingreso de un cantante (dado que apenas se venden discos). Hasta ahí llego. Pero lo de Rosario Flores es otra historia. Y es que ayer quedó más que patente que la hija de Lola Flores y Antonio ‘el Pescaílla’, a quienes recordó en numerosas ocasiones con la mirada clavada en el cielo, es un auténtico animal del escenario. Para ella subirse a cantar e interpretar en directo es casi tan necesario como respirar, es su hábitat natural. Lejos de ahí la Flores se mustia. Pocos artistas pueden empatar con la madrileña en cuanto a pasión por su profesión, que en su caso es lo mismo que decir pasión por la vida.
Era fácilmente palpable que estaba repleta de ilusión desbordada, de exultante entusiasmo. Felicidad en grado sumo. Todo eso y mucho más desprendió Rosario en su arrollador regreso a la capital hispalense. Unas sensaciones que, además, tiene la virtud de saber transmitir y contagiar sin perder un ápice de su intensidad original gracias a un arte y un genio que brota por sus poros en cada gesto, en cada expresión de su cuerpo. Es decir, el emisor y el receptor conectan plenamente. Algo que, ni mucho menos, no siempre se da sobre un escenario.
Hice estas reflexiones una vez concluyó el espectáculo, pasada la medianoche, mientras cruzaba el Parque de María Luisa ya de vuelta a casa y un grupo de no menos de diez mujeres también abandonaban completamente felices el bellísimo conjunto arquitectónico proyectado hace un siglo por Aníbal González, dando palmas, bailando y entonando eso de «¡marcha, marcha, queremos marcha, marcha!» «¡pin pon fuera, que se te sale la camisa fuera!», el famoso estribillo de ‘Muchas flores’, la canción con la que la madrileña abrochó su vibrante actuación de anoche.
Rosario salió con toda la marcha dada desde el minuto uno, derrochando energía a raudales y dando rienda suelta a sus electrizantes y característicos bailes rumberos al ritmo de la inicial ‘Te lo digo todo y no te digo na’ (la canción que da nombre a su último disco) con la misma intensidad con la que casi dos horas después, ya en el epílogo, recorría el escenario de un extremo a otro a lo Mick Jagger en una animada versión del ‘No dudaría’ de su hermano Antonio Flores, al que también evocó con emoción en varias ocasiones.
«Parecía que no iba a venir nunca –en alusión al aplazamiento de su concierto previsto dos semanas atrás–. Gracias a Sevilla por traerme y a vosotros por venir a verme, no sabéis cómo me llena de vida veros aquí esta noche en un lugar tan especial», saludó.
Rosario cuenta en esta gira con una potente puesta en escena en la que tiene mucho que ver el elenco de diez artistas que le acompañan sobre las tablas, todos ellos ataviados con un ropaje que oscilaba entre el capitán Jack Sparrow y los Peaky Blinders: guitarra flamenca, guitarra eléctrica, percusión, batería, coros, bailaores…todos bajo la dirección del bajista y músico de cabecera de la artista madrileña Fernando Illán. La formación rayó a gran nivel durante todo el concierto, especialmente en la versión funky de ‘Aquí estoy’.
Aunque tiene una sensibilidad acentuada y muy especial tanto para la alegría como para la tristeza, su nombre siempre se vincula a palabras o expresiones como vitalidad, alegría o buenas vibraciones. Y Rosario Flores lo sabe. Vaya si lo sabe. Además, es consciente de que el momento anímico es delicado, y la música, su música, puede funcionar como bálsamo. Anoche lo hizo. Temas como ‘Al son del tambor’, ‘Oye primo’, ‘Los tangos de mi abuela’ (con la utrerana Maui como invitada) o la ya mencionada ‘Muchas flores’ pusieron por la nubes los niveles de serotonina.
Pero Rosario también tiene una vertiente más sentida, más emocional. La otra cara de una misma moneda que ayer también brilló con luz propia. Paradigmático ejemplo fue ‘Qué bonito’, la canción «más especial» de su carrera, ya que fue la primera que escribió después de fallecer su hermano y porque se la mandaron «desde el cielo». ‘Mariposas blancas’, uno de los mejores cortes de su último disco, ‘Cómo quieres’ y el ‘Te quiero, te quiero’ de Nino Bravo también pusieron los sentimientos a flor de piel de las más de 3000 personas que se dieron cita en la antepenúltima cita del Icónica Sevilla Fest (hoy llega el turno de SFDK y mañana el de India Martínez).
Antes de abandonar definitivamente el Parque de María Luisa tuve un último pensamiento sobre lo que acababa de presenciar: ¿por qué a Rosario Flores la contratan tan poco en Sevilla? Ni ella misma lo sabe.
Fuente: ABC