Lo estudiantes de la Universidad de Sevilla y la UPO retoman la vida universitaria: en clases presenciales y sin cámaras
Un año, seis meses y siete días después de que el coronavirus entrara como un ciclón obligando, primero a cerrar a cal y canto las universidades, y luego a seguir el curso online, los estudiantes volverán este lunes a los campus universitarios. El tercer curso de la era Covid será el de la vuelta a la normalidad en las universidades sevillanas que han apostado porque los estudiantes vuelvan a pisar las aulas, a sentarse enlos bancos y a dar las clases a la manera clásica. Es decir, con todos (profesores y alumnos) en las clases. Eso supone que más de 60.000 estudiantes, unos 50.000 en la Hispalense y aproximadamente 10.000 en la UPO, vuelven a pisar los campus sevillanos.
La primera que se decidió fue la Universidad Loyola, que empezó a primeros de mes el curso con total normalidad en su campus que este año acoge a 2.800 estudiantes. La privada se adelantaba así mientras que las dos públicas, la Pablo de Olavide y la Universidad de Sevilla, no han decidido la vuelta hasta sólo unos días ante del inicio del curso.
El avance de la vacunación, con un porcentaje de inmunización que crece día a día, ha permitido que se pueda volver. Según los últimos datos, un 82 por ciento de los jóvenes entre 17 y 24 años, la edad de cursar estudios universitarios, ha recibido una dosis de la vacuna y un 74 por ciento tiene la pauta completa.
Eso supondrá el fin de los turnos, de las clases online y también de los exámenes virtuales. Porque, aunque los rectores aseguran que las cámaras que se han comprado e instalado en las aulas han venido para quedarse, la presencialidad se abre paso. «Es esencial a la universidad», decían los rectores cuando se les preguntaba.
La Hispalense y la UPO no decidieron la vuelta total hasta el pasado miércoles; la Loyola empezó antes con todos en las facultades
Nadie oculta que, pese a que era la única manera de seguir adelante, la docencia online no era lo mejor para la enseñanza. Porque se perdía la atención personalizada, se prestaba a que se redujera la interacción e incluso los estudiantes se distraían más. «Era mucho más difícil concentrarse», admitían.
Ytambién porque se había perdido el encanto de la vida unversitaria, una experiencia que quien la ha vivido recuerda toda su vida. Con los turnos que se impusieron el pasado año, esa presencialidad no se logró.Las aulas estuvieron el pasado curso semivacías por no decir totalmente vacías. Las clases en las que, a veces sólo podía ir la mitad o la tercera parte del alumnado, no eran atractivas para los estudiantes. «Si voy a clase y sólo hay cuatro compañeros y no hay ambiente, mejor las sigo desde el ordenador», admitía un universitarios. Seguramente por eso y porque muchos se acostumbraron a la comodidad de ver las clases cómodamente desde casa, el pasado curso se vieron pocos alumnos. Esas clases virtuales provocaron todo tipo de anécdotas, desde los alumnos que se desconectaban a los que, aprovechando el anonimato del ordenador interrumpían las explicaciones de los docentes con comentarios de mal gusto.
Uno de esos casos trascendió cuando unos estudiantes «reventaron» la clase a un profesor que había sido invitado a una lección práctica en una asignatura de Derecho. Incluso circulaban por los chats estudiantiles todo tipo de anécdotas. Como aquella del estudiante que daba las clases mientras fumaba en cachimba.
Y también hubo polémica con los exámenes. Porque después de que el final del curso 2019-2020 todos las pruebas de evaluación se realizaran online, la vuelta a la realización de estos exámenes en las aulas provocó una gran reacción del estudiantado que aseguraba que no era seguro en una época, antes de que llegase la vacunación, con numerosos contagios. También alegaban que muchos tendrían que desplazarse en transporte público o que los que procedían de fuera y habían dejado los alquileres durante el confinamiento no tenían donde pernoctar.
A eso se añadió la picaresca que se produjo en los exámenes on line que facilitaban las posibilidades de fraude. Los resultados de aquellos exámenes virtuales «fueron ligeramente mejores», admitía la pasada semana el rector Miguel Ángel Castro sin dar más detalles. Y la mayoría de profesores y los propios estudiante no ocultaban en off que se ha copiado más. Se conoció que en Psicología un grupo de universitarios crearon una herramienta de Google para compartir los resultados de las pruebas. Yhubo otros casos. Pese a que se idearon fórmulas para evitar el copieteo, como exámenes distintos en función de la letra del apellido o incluso combinaciones con l os números del DNI, hubo estudiantes que hacían exámenes en grupo, pagos por bizum a cambio de ayuda o profesores que admitieron que habían ayudado a hacer exámenes a sus hijos.
Preocupación
Con todo y aunque ningún miembro lo dijera en voz alta la preocupación por la perdida de calidad por esas pruebas virtuales pesó. El curso pasado se optó por primar los exámenes presenciales por encima de los virtuales.
Ahora los estudiantes volverán al campus. Será una vuelta a la normalidad (aunque sea con mascarilla y distancias) para los mayores y algo nuevo para los más jóvenes. Porque hay una generación, la que el pasado año entró en la universidad, que prácticamente no conoce lo que es ir a clase, pasear por el campus o desayunar en la cafetería de la facultad.
Ahora las facultades y centros volverán a llenarse. Los estudiantes estarán en clase y las cámaras que se instalaron para la docencia virtual permanecerán apagadas para darle otro uso cuando sea necesario. Los jóvenes tendrán que ir con mascarillas, usar gel hidroalcohólico, se intentará mantener la máxima distancia posible entre los alumnos y habrá numerosos protocolos sanitarios para evitar los contagios e incluso los vacunódromos seguirán en los campus para recaptar a los estudiantes que aún no están inmunizados. La vida vuelve a los campus. No será del todo igual. Pero se le parecerá bastante.
Castro:«hay muchos jóvenes deseando volver a la universidad»
El rector de la Universidad de Sevilla, Miguel ÁngelCastro, quiso enviar un mensaje de «ilusión» a los estudiantes que ahora podrán volver a pisar las aulas de la Hispalense. Castro, que reconoció que ha vivido muy de cerca lo que ha supuesto para los estudiantes que empezaban el pasado curso el primer año de universidad y no pudieron ir a clase, se mostró muy optimista con la vuelta a las clases en las aulas. En este sentido, recordó lo que ha supuesto para los que han pasado su primer año universitario sin poder vivir «la transformación mental»y el paso a la madurez que suele implicar el paso por las aulas, quiso dar un mensaje de ánimo a los que ahora pueden volver a dar clases y a pisar de nuevo los campus. «Estoy seguro de que hay miles de jóvenes que están desando volver a tener la fuerza de la actividad universitaria», dijo. En este sentido Castro aseguró que, aunque la pandemia aún no se ha ido, los contagios en la comunidad universitaria han sido mínimos y siempre han estado muy por debajo de la tasa de Sevilla, las propias autoridades les han permitido volver al cien por cien de la presencialidad. Además dijo que confía en «la responsabilidad» de la comunidad universitaria para que sean prudentes en la vuelta a las aulas. En cualquier caso los protocolos sanitarios se mantendrán. Algunos decanos admitieron a ABC que han recomendado que se deje un espacio entre los estudiantes siempre que sea posible.
Fuente: ABC