Los ‘koalas’ vascos acechan en los botellones de Euskadi y Cantabria. Por eso la Ertzaintza busca más miembros de la banda violenta que dejó medio muerto a Alex Ionita en Amorebieta
El parque de Jauregibarria es un espacio idílico de día, y el lugar perfecto para una emboscada de noche. Uno de esos cientos de rincones que miles de adolescentes vascos comparten para sus botellones clandestinos. Alexandru (Alex) Andrei Ionita era uno de ellos. El joven no se arrugó cuando vio actuar a un extraño grupo que merodeaba buscando bronca.
Los koalas, hasta una veintena según imágenes y varios testigos, ya habían tomado posiciones en el parque de Amorebieta (Vizcaya) para armar follón y robar bolsos, carteras, cazadoras… Algo vieron en Alex que no les gustó. Una de las versiones es que el chico se enfrentó a uno de los koalas cuando éste intentaba robar a una amiga del joven de origen rumano. Como una manada de lobos furiosos, el resto del grupo le golpeó con saña utilizando palos y botellas y dándole patadas hasta dejarle ensangrentado. Uno de ellos le cacheó los bolsillos para robarle.
Alex estuvo a punto de morir sobre las 3 de la madrugada del pasado domingo. Las imágenes grabadas por Los Hermanos Koala y subidas a las redes sociales no dejan lugar a dudas.
El joven de origen rumano y vecino de Lemona no tenía escapatoria. Solo, vestido con pantalón blanco y una camiseta de los Boston Celtics, era una presa indefensa.
En los apenas 50 segundos de la grabación, Alex recibe un botellazo por la espalda, es bloqueado, recibe puñetazos, un palazo y patadas, mientras una voz, quizá de quien grababa la escena, advierte: «Dejadlo ya, que lo vais a matar».
Casi siete días después, los médicos del hospital de Cruces (Barakaldo) analizan la resonancia magnética con la que pretenden evaluar el alcance de los coágulos de sangre que sufrió sin que nadie le defendiera. Los Hermanos Koala (LHK), una «banda violenta» según la Ertzaintza, están siendo ahora investigados por jueces, fiscales y policías por un delito de homicidio no consumado.
Las imágenes grabadas por los jóvenes agresores son ahora parte de las pruebas que la Ertzaintza ha trasladado a la juez de Instrucción número 2 de Durango y a los fiscales que dirigen la investigación contra los cuatro adultos y cinco menores detenidos hasta ayer sábado, el último durante la madrugada del viernes por la Policía Local de Barakaldo.
“SEMIPROFESIONALES DEL DELITO”
La Policía vasca ha blindado sus investigaciones sin aportar prácticamente datos de los ocho detenidos. «La investigación sigue abierta», insisten fuentes oficiales de la Ertzaintza. «Son semiprofesionales del delito», apuntan expertos policiales sobre el comportamiento de la decena de bandas detectadas en Vizcaya. En Guipúzcoa se tiene constancia de otro grupo, y de dos más en Álava.
La Ertzaintza ya había detectado desde el fin del estado de alarma que en los botellones de adolescentes se repetían peleas y robos. Sujetos que ahora se vinculan con las siglas LHK habían sido detectados en incidentes en otras localidades vascas como Barakaldo, pero también cántabras como Castro Urdiales e incluso Noja. Allí, la Policía local llegó a trasladar información a la Guardia Civil tras los graves incidentes que se produjeron en Castro Urdiales durante las primeras horas del sábado 3 de julio, cuando se sucedieron las peleas y los robos.
Según diversos medios locales, casi dos centenares de jóvenes vascos se habían desplazado a esta localidad cántabra para participar en botellones por toda la ciudad.
DE FAMILIAS DESESTRUCTURADAS, MENORES NO ACOMPAÑADOS…
«Las bandas en Euskadi no son grupos estables, ni compuestos únicamente por una determinada nacionalidad, sino que se van agregando adolescentes de familias desestructuradas, menores no acompañados y adultos que no dudan en utilizar la violencia cuando son descubiertos», apuntan expertos policiales.
La Ertzaintza intenta ahora localizar el resto de jóvenes que, en las imágenes subidas a las redes sociales por los koalas, muestran la persecución de Alex.
Dos de los tres mayores de edad que fueron detenidos por unos hechos que pueden convertirse en un homicidio no consumado se encuentran en la prisión vizcaína de Basauri tras negarse a declarar ante la juez. El tercero que también compareció el viernes en los juzgados de Durango, de 38 años, está en libertad con comparecencias semanales obligadas en los juzgados, tras asegurar que sólo fue testigo de los hechos y que no forma parte de la banda. El último detenido pasará a disposición judicial probablemente el próximo lunes.
Otro de los cinco menores también ha regresado a su hogar. Sus cuatro compinches detenidos por la Policía se encuentran retenidos en un centro de internamiento del Gobierno vasco.
El consejero de Interior, Josu Erkoreka, confirmó tras producirse las detenciones que los koalas contaban con antecedentes. Incluso varios de los menores ya habían sido detenidos e imputados en delitos menos graves que se saldaron con cortos internamientos.
La Fiscalía de Vizcaya, encargada de la instrucción de estos delitos con menores, no sólo blinda los datos de los infractores, sino que acelera la investigación para dar una rápida resolución a cada caso con el fin de facilitar la reinserción del menor.
«Saben que muy pronto estarán en la calle y no temen estar encerrados», constatan fuentes judiciales. Según la Memoria de la Fiscalía de Vizcaya, semanalmente son detenidos dos menores -especialmente después de cada fin de semana-, el periodo habitual para una investigación es de 15 días y, en 3 ó 4 meses, se finaliza el procedimiento judicial, normalmente con un acuerdo con los abogados defensores de los acusados.
Mientras se avanza en la investigación, Alexandru Andrei Ionita pelea por su vida en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Cruces.
LA VISITA DE SU MADRE
El joven rumano recibió ayer por primera vez la visita de su madre, que se desplazó desde Alemania. Eugeni, su padre y con el que vive y trabaja desde que llegó a Vizcaya, se encuentra en shock desde el pasado lunes y, según sus allegados, apenas ha comido ni duerme mientras espera que, como cada mediodía, llegue la hora de poder ver a su hijo y conocer con la ayuda de una traductora la evolución del joven.
Eugeni Ionita llegó a temer el pasado miércoles que la vida de su hijo se apagaba tras haber sido sometido a dos operaciones. «El médico me ha dicho que si no se recupera esta semana lo van a desconectar del aparato… Estoy muerto yo», llegó a decir Eugeni cuando el miércoles abandonó el hospital con los ojos húmedos de lágrimas.
Pero por ahora [al cierre de esta edición], Alex, el joven que se enfrentó a los koalas, no se rinde, mientras recibe cientos de mensajes de ánimo en las redes sociales. Las mismas que utilizaron sus agresores para publicitar su delito y ayudar a su propia detención.
Fuente: El Mundo