La monjas cistercienses de San Clemente quieren poner así en valor algunos espacios para obtener dinero con el que restaurar este edificio del siglo XVI
Con la venta de dulces y las donaciones que reciben, las monjas cistercienses que habitan el Real Monasterio de San Clemente de Sevilla no pueden mantener este Bien de Interés Cultural. Para afrontar los gastos de mantenimiento de este edificio del siglo XVI y XVII, las hermanas han decidido alquilar una cuarta parte del monasterio. La agencia Azul Gestión Inmobiliaria tiene en exclusiva la operación de alquiler de parte del monasterio para usos que sean compatibles con la vida de la congregación: exposiciones, eventos, hospedería o restauración.
El monasterio está bien cuidado en cuanto a su vegetación, arquitectura y espacios pero necesita arreglos constantes. «No está en situación de colapso. Las monjas sólo necesitan sanear humedades que hacen inhabitables algunos espacios, adaptar a las nuevas normativas instalaciones obsoletas, como sistemas eléctricos o vías de evacuación, así como hacer el edificio más accesible», según la arquitecta Marta Pelegrín, socia de Fernando Pérez Blanco en el estudio Mediomundo y gran conocedora de este patrimonio histórico artístico.
El monasterio, situado en la calle Santa Clara, junto a la calle Torneo y frente al puente de la Barqueta, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1970. Tiene la protección A, la máxima que existe para el patrimonio histórico artístico, recogida también en el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla de 2006. Cualquier obra en el edificio debe ser autorizada por las comisiones locales y provinciales de Patrimonio, esta última dependiente de la Junta de Andalucía.
En base a la máxima protección a la que está sometido este monasterio -que tiene 8.204 metros cuadrados construidos- no pueden realizarse obras que alteren elementos estructurales ni fundamentales del edificio. «Sólo pueden llevarse a cabo obras menores, de consolidación, adaptación e intervenciones temporales», añade Marta Pelegrín, que actualmente trabaja en la reforma del chaflán de Cibeles del Banco de España en Madrid. Así pues, no podrá modificarse la fachada exterior del monasterio de San Clemente, aunque sí puede sufrir algunas adaptaciones para acoger nuevos usos.
Parte de la zona que ahora se alquila ya fue sometida a una importante restauración en base a un acuerdo de concesión por 25 años que permitió al Ayuntamiento de Sevilla usarlo como su pabellón en la Expo y después como sala de usos culturales. Hace dos años expiró la concesión y esas salas, que en su día fueron los antiguos dormitorios del monasterio, volvieron a la congregación de las hermanas cistercienses. Desde 2018, la zona restaurada no ha vuelto a usarse. «El llamado Espacio San Clemente que usó el Ayuntamiento ha soportado muy bien estos 25 años y se encuentra en muy buen estado», añade Pelegrín, quien colaboró con el estudio de Cruz y Ortiz en la reforma del Rijksmuseum de Ámsterdam(Holanda), así como con Acciona en la producción de la galería de Tutankamón en el museo del Cairo (Egipto).
Lo que ahora pone en alquiler la congregación de hermanas son unos 1.200 metros cuadrados con posibilidad de ampliarse la zona en arrendamiento hasta los 2.200 metros cuadrados, para lo cual ya haría falta realizar una inversión con el fin de adaptar los espacios, advierten José Luis García-Manjarón Peñalosa y Joaquín Vázquez Calle, socios de Azul Gestión Inmobiliaria, especializada en edificios para usos temáticos, fincas de campo para usos recreativos o retail en zonas prime.
Marta Pelegrín explica que las nuevas zonas a alquiler son espacios en torno al patio de la abadesa, donde las hermanas tienen dependencias en las que hacen acopio de materiales y útiles de mantenimiento. Ello no impediría la vida conventual de la congregación, que usa sobre todo el patio del noviciado, que cuenta con dos niveles de arcadas que tienen el sello de destacados arquitectos y maestros.
«Los espacios de la zona en alquiler son generosos y tienen muchas posibilidades. Las catas arqueológicas ya se hicieron cuando el monasterio de San Clemente se sometió a una gran intervención para la Expo 92 por parte de Fernando Villanueva y Rufina Fernández Ruiz. Entonces también se transformaron las infraestructuras básicas del inmueble, como son los sanemientos», puntualiza Pelegrín.
¿Qué usos podrían ser compatibles con la vida monacal? Según esta arquitecta, «aquellos que protejan el patrimonio y no alteren la vida de clausura de las monjas, como sala de eventos, usos culturales, hospedaje…» En cuanto al número de habitaciones que podría tener la hospedería en el Espacio San Clemente, Pelegrín destaca que «dependería mucho de la categoría que tuviera el establecimiento». Ahora el monasterio no es visitable, pero si se alquila podrían ser accesibles algunas zonas que no están dentro del circuito de rezos de las monjas.
El período de alquiler no está aún cerrado, aunque oscilaría entre los 15 y los 20 años, en función de la inversión que se lleve a cabo por parte del inquilino. La operación de alquiler, supervisada por el letrado Manuel García Rowe, permitiría usar parte del convento entrando por la calle Santa Clara, en lugar de la calle Reposo, que usan la congregación de las hermanas cistercienses, que oscilan entre 14 y 16 monjas.
Un monasterio con más de ocho siglos de historia
Las catas arqueológicas realizadas en el Real Monasterio de San Clemente permiten afirmar que fue fundado entre los siglos XIII y XIV, aunque es en el siglo XV cuando surgen las primeras trazas de un monasterio, conjunto que se finaliza en el siglo XVI. «En el siglo XVII se inicia una importante reforma, que liga el monasterio de San Clemente a la ciudad, con elementos de transición entre lo público y lo privado, como el compás, portadas a las calles Santa Clara y Reposo, así como a la transformación de su imagen, aun cuando conserva elementos con características mudéjares, adecuándola a los usos de la época, renacimiento, hasta ya entrado el siglo XVIII», explica Marta Pelegrín, profesora de Proyectos en la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla.
Este monasterio ha estado durante siglos vinculado a la Corona, el Arzobispado de Sevilla y la alta sociedad local. En él están enterrados en el mismo diversos miembros de la Familia Real. Las naves de sus dormitorios, cuyas plantas se conectan mediante una escalera del siglo XVII, y el claustrillo mudéjar, fueron restaurados para su uso como Pabellón de Sevilla durante la Expos 92.
El monasterio, que tiene más de 8.000 metros, acoge la comunidad perteneciente a la Orden del Císter de la Regular Observancia de San Bernando. Se trata una congregación de entre 12 y 14 monjas que llevan una vida contemplativa de clausura, de modo que su principal actividad es la oración y la elaboración de dulces para garantizar su sustento.
Fuente: ABC