El sector afronta la mayor crisis económica de su historia tras haber perdido a sus únicos clientes: los turistas
Sevilla rebosa de coches de caballo parados. No se recuerdan imágenes similares. No es una exageración si decimos que es un hito encontrárselos lejos de sus paradas mientras prestan un servicio. Si consiguen encontrar unos clientes, se van a casa en cuanto terminan. Y hay días que vuelven sin haber podido hacerlo.
El turismo lleva años polarizando todas las críticas por la nueva imagen que presenta Sevilla. Una ciudad adaptada por y para los viajeros, que ahora afronta una sequía absoluta de visitantes. Incalculable ruina para numerosos sectores. Y algunos, como los cocheros de caballo, han perdido sus únicos clientes.
Llevan de capa caída desde que se decretó el estado de alarma, durante el
comienzo de su temporada alta. «El coche de caballo en Sevilla es como la góndola en Venecia», aseguran. Nadie les ofrece solución alguna ante su dramática situación y sólo tuvieron las contadas ayudas que el Estado dio a los autónomos.
«El Ayuntamiento nos aplazó el pago de las tasas municipales, que son unos 270 euros al trimestre. Aún así, teníamos aproximadamente 500 euros de gastos mensuales (los cocheros de Sevilla suelen tener tres caballos en propiedad que van turnando durante la semana para que cada no sobrepasen de los dos días de trabajo)», explican.
«La solución nos la deben dar las administraciones. Somos el último eslabón de la cadena del turismo. El Ayuntamiento no ha mostrado interés en que la Catedral, los comercios o la hostelería, por ejemplo, estén abiertos. Con todos los servicios cerrados, cómo vamos a pretender que vuelvan esos pocos turistas que llegaban en agosto a pasar el día porque estaban veraneando en las playas de Cádiz, Huelva o Málaga. Es normal que no vengan», señala José María Vega, cochero desde hace diez años.
Son casi un centenar de licencias las que hay en Sevilla, aunque por el momento están trabajando aproximadamente la mitad. No están de vacaciones, sino que no hay trabajo para repartirse entre todos. Pasan las mañanas contemplando a los transeúntes desde sus paradas. La plaza del Triunfo, el Archivo de Indias, la Torre del Oro o la Puerta de Jerez.
Entre tanto hombre sorprende la presencia de una joven. «Las mujeres también podemos ser cocheras y recibimos las mismas oportunidades». Se llama Rocío Moreno y lleva dos años en la profesión. Descubrió este mundo por su afición a los caballos y así decidió prepararse el examen de acceso. «Me pregunto dónde estaba el Pacma (partido animalista) durante el confinamiento. Muchas quejas por las redes sociales pero ellos se quedaron en sus casas, sin riesgo de contagios, y nosotros veníamos a diario a darles de comer a nuestros caballos, así como todas las atenciones que necesitaban. Y sin ganar un euro en todo ese tiempo».
Los cocheros de Sevilla comparten una cuadra municipal en la carretera de la Esclusa. Durante tres meses estuvieron visitándolas a diario para la manutención de sus animales. No recibieron ninguna ayuda para ello y ahora piden un compromiso a las administraciones.
«Llevamos un 90 por ciento de pérdidas con respecto al año anterior. Seguimos con los mismos gastos, pero hemos reducido nuestros ingresos casi al cero. Creo que todos nos hemos visto obligados a entramparnos para salir adelante», señalan.
La reunión es amplia. Exceptuando a la joven cochera, el resto de compañeros llevan casi toda la vida dedicados a la profesión: Manuel Leiva «Nezque» lleva cuarenta y cinco años junto al turismo, conoció el oficio de su padre y tomó las riendas cuando cumplió la mayoría de edad; Diego Cruz acaba de cumplir cuatro décadas sobre el carruaje y José María Vega, portavoz del grupo, es de los más nuevos: diez años.
«El verano está siendo desastroso. Tenemos muy poquito turismo. Esperábamos que el mes de agosto, como nos decían los políticos, fuera a remontar, pero ya ves cómo está siendo. Empezamos a perder los poquitos visitantes que habían venido cuando algunos países anunciaron las restricciones con España. Te das una vuelta por el Centro y ves que no somos los únicos: la hostelería, los comercios… y por no hablar de los feriantes o los que viven de la calle. Por mucho que queramos, esta temporada hay que darla por perdida».
Los cocheros están aplicando todos los protocolos sanitarios para evitar contagios: a los clientes les ofrecen gel hidroalcóhólico al subirse y desinfectan el interior del carruaje cuando termina cada paseo que dan a un grupo. Mantienen las mismas tarifas de los últimos años: 45 euros por un paseo de 45 minutos. En el carruaje caben hasta cuatro pasajeros, aunque últimamente no suelen recibir grandes grupos.
Fuente: ABC
Si dejarais de utilizar caballos y nos hicierais caso con los motores eléctricos….no tendríais que ir a darles de comer todos los días. Y mantendríais los puestos de trabajo con menos gastos. Los animales dejarían de sufrir y vosotros menos gastos y menos trabajo.