El regalo de cumpleaños de Cheikh a su hija de 14 años: un riñón que le devolvió la vida y la sonrisa

Cien profesionales de distintas especialidades del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla participaron en el trasplante renal realizado el pasado 16 de junio

Cheikh Abdoulkhadre Diop Dieng es un filólogo senegalés que vive en España desde hace 23 años, la mitad de la edad que tiene ahora. Hace poco menos de un mes le hizo un regalo muy especial a su hija mayor, Binta, de 14 años, que no se puede comprar en Amazon: un riñón. Le hizo ese regalo el pasado 16 de junio en el Virgen del Rocío de Sevilla y unos cien profesionales de distintas especialidades de ese hospital de referencia en trasplantes renales infantiles (nefrólogos, urólogos, pediatras, anestesistas, enfermeros, trabajadores sociales, auxiliares, celadores) participaron de una manera u otra para que pudiera extraerse del cuerpo del padre y colocárselo en el de su hija. 

Todo salió bien en un día que se hizo muy largo para todos los profesionales y, muy especialmente, para el donante y la receptora, que acabó en la UCI, como marca el protocolo de trasplantes. A los dos días, Binta salió de allí con el riñón de su padre a casi pleno rendimiento, una nueva sonrisa y renovadas ganas de vivir. Sabe que tendrá que tomar pastillas todos los días a partir de ahora (durante toda la vida), pero se siente feliz: ya se ha acabado para ella ese infierno de estar encadenada a una máquina de un hospital cuatro mañanas a la semana.

Cheikh cuenta en un perfecto español que «la enfermedad hereditaria de Binta (se llama «síndrome de Alport») llegó a su fase terminal hace justo un año y que cuando llegó al Materno-Infantil de Málaga en un estado muy grave los médicos le dijeron que sería necesaria la diálisis para seguir viviendo. Binta tardó un mes y medio en salir del hospital. 

Ella, como Carlos Fraga y los otros ocho niños trasplantados el mes de junio en el Virgen del Rocío, se moría de sed y apenas podía comer nada de lo que le gustaba. Tampoco podía viajar ni ir al colegio con regularidad porque tenía que ir a la unidad de diálisis del Virgen del Rocío cuatro días a la semana. 

Ante la falta de órganos, los padres se hicieron pruebas para ver si sus riñones eran compatibles. A diferencia de Carlos y tras varios meses de análisis y más analisis, los especialistan dieron el visto bueno. Rocío Parejo, la madre de Carlos, tenía un elevado riesgo de perder la función renal si le cedía uno de sus riñones a y aun así, quiso hacerlo, a lo que su hijo se negó. Bintha no tuvo que tomar esa decisión tan difícil porque la vida de su padre no corría peligro con un solo riñón.

La pandemia del coronavirus retrasó dos meses la operación pero finalmente pudo realizarse. La enfermedad de Binta fue como un terremoto en la vida de su familia del que ahora lentamente está saliendo.

Cheikh llegó a España en 1997 desde su país natal con una beca que le concedió la Universidad Complutense. Luego hizo algunas colaboraciones con la editorial Espasa e incluso publicó con éxito una guía de conversación senegalés-español. Sin embargo, como muchos filólogos españoles, no pudo ganarse la vida como tal y tuvo que trabajar en otras cosas. 

Primero estuvo en los invernaderos de Almería como tantos de sus compatriotas y tras conseguir la residencia en España regresó a Madrid. Estuvo trabajando como mozo de almacén hasta 2006 cuando recibió una oferta de trabajo en Málaga de un almacén de juguetes. «Era el mismo trabajo pero con mejores condiciones», cuenta. Trabajó allí desde 2006 hasta 2018, cuando la empresa cerró. Al año le diagnosticaron la enfermedad a su hija y se centró en ella para poder llevarla a diálisis. Ahora quiere buscar trabajo.

Son familia numerosa: Binta tiene dos hermanas de 10 y 3 años y un hermano que solo tiene un añito. Cheikh está enormemente agradecido a todos los profesionales sanitarios que le ayudaron a devolverle una vida normal a su hija mayor. «Nos quitaron el miedo desde el primer momento, me admiró su coordinación, su competencia y su humanidad. Son increíbles», cuenta. Su primer deseo es que Binta evolucione bien; el segundo es trabajar como filólogo o traductor de francés. Ojalá los dos se cumplan pronto. 

Fuente: ABC

Redacción

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