El Cabildo reanuda las visitas con dos rutas por las cubiertas y el interior del templo y más de 500 reservas
La historia comienza en marzo de 1401. Estando el Arzobispo de Sevilla en Cantillana, hasta donde había llegado huyendo de la peste, el Cabildo de la Catedral decidió en una reunión algo que sería trascendental para la Iglesia de Sevilla y también para la ciudad: la construcción de la catedral gótica. Y tal era la ilusión de los canónigos que al salir del cónclave gritaron “hagamos una catedral tan grande que aquellos que la vean nos tengan por locos”. Ahí empieza el origen de la que hoy es la catedral gótica más grande del mundo, un templo mayor de la ciudad y que recibió el año pasado casi 2,3 millones de visitantes, tantos como el Taj Mahal. Es un récord que ahora ha frenado la pandemia pero que da alas al Cabildo para iniciar una etapa distinta, con nuevos productos turísticos capaces de atraer a visitantes de fuera y de dentro.
La Catedral esconde tesoros incluso para los sevillanos y, prueba de ello, es que sin que aún haya aterrizado el turismo en la capital en pocos días se han superado el medio millar de reservas y los turnos, pues la pandemia obliga a establecer limitaciones, están todos completos hasta mediados de julio. El monumento, donde sólo se han celebrado desde la crisis del Covid-19 algunos cultos, reabre sus puertas este miércoles con novedades: dos visitas, que además pueden hacerse en horario nocturno, para conocer las cubiertas del templo y el rico patrimonio que encierra dentro la conocida como Magna.
Dos visitas turísticas que enseñan una cara distinta de la Catedral. El silencio y la penumbra imponen. Dice el delegado de Administración y Patrimonio de la Catedral, Francisco Ortiz, que esa paz y luz de las últimas horas del día “inducen a la contemplación de lo divino y lo humano de cada obra”.
Previa toma de temperatura y uso de hidrogel, con maestría y una ilusión contagiosa, el guía prepara en la Puerta de San Miguel al visitante para viajar durante 90 minutos –aproximados porque siempre se quedan cortos– por 72 años de historia, los que tardó en construirse este templo gótico. Un viaje que se convierte en toda una experiencia para los sentidos pues la música y los sonidos de los canteros, re, carpinteros… transportan al visitante a la Sevilla del finales del siglo XV-principios del XVI, cuando se construyó el templo.
Horarios y precios
El 1 de julio se retoman las visitas turísticas con dos modalidades guiadas, ambas en horario diurno y nocturno como gran novedad. En una segunda fase, a mediados de julio, se retomará la visita cultural general.
CUBIERTAS
De lunes a domingos: 9:30 — 10:00 — 21:30.
MAGNA: Obras Maestras
De lunes a sábado: 11:30— 12:00 — 21:30. Domingos: 21:00.
Entrada única: 16 € por persona.
¿Por qué se hizo una nueva Catedral? La pregunta permite al guía retroceder varios siglos para entender un poco mejor la historia de la ciudad y de la Iglesia de Sevilla. Año 1172. Los árabes que vivían en Sevilla construyeron la mezquita mayor, que ocupaba el mismo espacio, con una capacidad para 16.000 orantes, y se concluyó en 1198. Cuando 50 años más tarde, llega a Sevilla el rey San Fernando con su hijo Alfonso X el Sabio y las tropas castellanas, lo primero que hacen es cristianizar esa mezquita, que se convierte en catedral de estilo mudéjar. Con el paso de los años esa mezquita primitiva se fue transformando según las necesidades del nuevo culto cristiano y es cuando aparecen las capillas funerarias donde nobles y canónigos se iban enterrando. Los muros se fueron llenando de pinturas religiosas. En ese punto la visita se detiene en la Capilla de la Antigua, una imagen que tal devoción en Sevilla que cuando se construyó la Catedral gótica se recortó el muro donde estaba la pintura para salvarla.
De mezquita a catedral
También hubo que tomar decisiones a lo largo de la historia para salvar esta mezquita-catedral, afectada por dos terremotos en el siglo XIV y con elevados gastos de reparación, motivo por el cual los canónicos estaban deseando de construir una catedral en piedra como la de León, Burgos, Barcelona o Palma de Mallorca.
Casi en total oscuridad y bajo las sombras recortadas de la tumba de Cristóbal Colón, el guía cierra ese paréntesis histórico y vuelve al punto de partida: 1401. El arquitecto alemán Ysambart, que ya estaba trabajando para la Corona de Aragón, recibe el encargo de diseñar los planos de lo que será la Catedral gótica. Y, de repente, mientras es escucha música de la época un salto en el tiempo traslada al visitante a 1478, el año en el que nació el príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos, que se bautizó en el templo en obras. El mismo año en el que llegaron los primeros vidrieros y se edificio la escalera de caracol que empuja al visitante hacia un viaje sorprendente.
Secretos tallados en la piedra
Cruje la madera de una pequeña puerta y el visitante empieza a subir escalones y trozos de historia hasta llegar a 36 metros de altura. El primero de los secretos está tallado en la piedra, son firmas de los canteros (nunca hubo más de 24) que trabajaron en la Catedral. A 14 metros se descubren restos de cerámicas defectuosas y se entienden nociones arquitectónicas y técnicas de construcción de la Catedral, alcatifas que permitían convertir bóvedas de crucería en azoteas por donde ahora transitan los turistas. A través de arcos de medio punto el visitante va pasando de capilla en capilla y encontrando en el suelo la prueba de por qué las catedrales son perfectas. Los planos están dibujados en el suelo, son patrones de distintas piezas de piedra. El paseo obliga a sortear tapones que tapan agujeros por donde se colgaban las lámparas de aceite para iluminar el interior del templo. Se sigue ascendiendo y se contempla la cúpula de la primera sala construida en la península con forma ovalada, de elipse. La visita se detiene justo arriba de la Puerta de Campanillas. ¿A qué se debe su nombre? Allí había una campana que sonaba para llamar los obreros.
Y, de repente, la Giralda
A 25 metros la visita por el exterior se adentra en el templo por un estrecho pasillo que permite contemplar la arquitectura que sujeta el retablo del Cristo del Millón y, al fondo, el rosetón de la Puerta de la Asunción. Aprieta el calor pero espera la gran sorpresa, la Giralda iluminada y una localización de ensueño, un bosque de piedra para realizar mil y una fotos que bien merece ya la visita. Y ahí el tiempo parece detenerse para admirar los distintos estilos del antiguo alminar. Mudéjar, gótico, renacentista… la riqueza patrimonial de un paseo por los 72 años que se emplearon hasta poner el cimborrio de la Catedral, que concluye a 36 metros de altura, en un mirador desde donde se contemplan también los detalles de la Sevilla de hoy, la que espera al turista y recibe al sevillano para enseñarles todos sus secretos.
Los tesoros escondidos en el interior de la ‘Magna’
Otra de las visitas con las que el Cabildo catedralicio reestrena esta nueva etapa es por el interior del templo. Se ha denominado Magna: obras maestras y enseña o redescubre tesoros que habitualmente pasan inadvertidos en la grandiosidas del monumento. La visita se inicia en el Patio de los Naranjos, donde se encuentra la pieza más antigua, una taza sobre la fuente de abluciones. Luego el visitante se adentra en el interior por la puerta de la Concepción y va conociendo distintas capillas: la de Santiago, la del Espíritu Santo, la de San Antonio y San Pedro. Un recorrido que ofrece la posibilidad de contemplar obras de Zurbarán y Murillo. Lápidas, pendones, el coro y el Altar mayor, que bien vale la visita, la custodia de Juan de Arfe y también imágenes de mucha devoción como la de la Virgen de la Antigua, el Cristo de la Clemencia, la Virgen de los Reyes.
Fuente: Dario de Sevilla