«Hay más anulaciones que reservas», aseguran las inmobiliarias de la costa andaluza
Alquilar un piso en la playa o reservar un hotel es hoy un acto de fe. «La gente no se quiere arriesgar a hacer una reserva sin saber si las playas van a abrir ni las condiciones en las que lo harán o si se van a poder utilizarse las zonas comunes y piscinas comunitarias en las urbanizaciones. No se está moviendo nada el mercado». Lo corrobora una comercial con muchos años de oficio de Inmobiliaria Tenorio, ubicada en la localidad onubense de Islantilla, uno de los destinos preferidos de sevillanos y también de madrileños.
El mercado del alquiler vacacional está congelado desde que el coronavirus dejó de ser una amenaza para convertirse en una pandemia. Y no hay visos de que levante cabeza a corto plazo. Es la opinión generalizada entre las inmobiliarias especializadas en el alquiler vacacional y negocios hoteleros consultados por ABC.
Los particulares están remisos a contratar. Los profesionales del sector identifican dos problemas: por un lado, las incógnitas que planean sobre el uso de las playas de la «nueva normalidad» y, por otro, el cierre del tráfico aéreo internacional y el veto de los desplazamientos entre provincias, que el plan de transición trazado por el Gobierno relega hasta finales de junio. De fondo está otra motivación económica. Los españoles afectados por expedientes temporales de empleo tienen un presupuesto más ajustado y muchas empresas planean restringir los permisos de verano para sostener la actividad tras el confinamiento.
Baja demanda
Es la tormenta perfecta. Y las expectativas resultan desalentadoras. «Desde que abrimos el 11 de mayo no se hace ninguna reserva. El año pasado teníamos un centenar de pisos alquilados y ahora sólo 25. Han anulado la mitad de las reservas que teníamos hasta el 14 de marzo», subrayan desde un establecimiento especializado en el alquiler vacacional en la costa onubense. Hay inmobiliarias que no han levantado la persiana. No les trae cuenta. En Islantilla, en otro negocio del sector tenían, a estas alturas del año, el 90% de los apartamentos de playa ocupados para julio y agosto. «Ahora no llegamos al 35%. Estamos teniendo más anulaciones que reservas», afirman.
En otro punto de la costa atlántica, Malatascañas, donde muchos sevillanos y onubenses tienen su segunda residencia, la preocupación es la misma. «La gente llama y pregunta, pero es muy reticente a reservar porque no saben en qué condiciones exactas van a poder bajar a la playa», señala la comercial de Inmobiliaria Alquivir. Tienen la mitad de los pisos reservados que en años anteriores. «Sobre todo para la primera quincena de julio la demanda es muy escasa», apostilla.
La industria hotelera se prepara para vivir un verano inédito, en el que la mayoría de las cadenas permanecen cerradas por el uso restringido de las zonas comunes o funcionan a medio gas en las primeras fases del desconfinamiento. Carlos Navas, que dirige el grupo On Hotels, que cuenta con apartahoteles en Matalascañas e Islantilla y hoteles en Almuñécar o Sevilla, confirma que la demanda «está muy parada» porque «la gente está esperando a que el Gobierno arroje algo de luz sobre las restricciones».
En su opinión, los apartahoteles «van a tener más tirón» este verano porque son más independientes que las clásicas habitaciones. Cuenta con un 20% de las reservas cerradas, cuando lo habitual por estas fechas es que hubiera entre un 50-60%. «Nosotros estamos preparados; hemos hecho circuitos específicos para reducir los contactos y en los hoteles se servirá en las mesas en lugar del bufé. Además estamos lanzando ofertas (para sanitarios y agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad) y facilitando las cancelaciones sin cargo», explica a ABC.
Medidas de protección
En la costa gaditana, intentan poner buena cara a los malos tiempos del coronavirus. Andrea Salguero, del establecimiento de tres estrellas Conisol, en Conil de la Frontera, cree que los pequeños hoteles lo van a tener más fácil. «Lo que puede ser una desventaja ahora es una ventaja» a la hora de mantener la distancia física. Está tramitando muchas anulaciones y las reservas entran «muy lentamente» para julio y agosto. En su establecimiento están poniendo todo tipo de medidas de protección, paneles de separación y mascarillas, pero no espera que empiece a moverse nada hasta el mes de junio.
La responsable de marketing de Cortijo del Mar Resort, en Estepona, Mar Camacho, considera que «la gente está esperando a ver qué pasa con las playas y a que se levante la prohibición de viajar entre provincias». Su hotel ha flexibilizado al máximo las reservas (que pueden cancelarse hasta dos días antes de la llegada). Es optimista: «Cuando Madrid y Barcelona pasen a la Fase 1 va a haber un “boom”».
Si la pandemia ha traído nubarrones al turismo de sol y playa, en las casas rurales están haciendo el agosto. Desde el portal casasrurales.net, que gestiona 3.517 alojamientos en Andalucía, aseguran que «desde hace unas semanas la demanda de reservas es brutal» y llega al 76% en agosto. Son la cara y la cruz de un verano bajo el síndrome de la «nueva normalidad».
Vía: ABC